DE NIÑOS Y GIGANTES (O ENFOCAR LA ATENCIÓN DE UN NIÑO)

No sé si hemos dejado ya claro que a nuestros hijos, como a muchos niños, les gustan los gigantes. Ven vídeos de sus bailes mientras aporrean el tambor y desafinan con la flauta (sig) acompañando a los gaiteros, ponen en formación a sus réplicas de goma y los hacen danzar, simulan meterse en un gigante y lo bailan, hablan y juegan con sus gigantes de goma imitando la vida real, les encanta todo el merchandising que los rodea (camisetas, puzles, toallas, tazas…y ahora cuentos: ¿Dónde está mi corona?), etc.

Es evidente lo que les gusta y no lo esconden fuera de casa, faltaría más. Por eso, algunas personas del entorno, incluidos otros padres, lo categorizan, sin mala intención, de “obsesión”.

¿Es una obsesión?

No, a nuestro entender.

Y la razón es muy sencilla: la mayor parte de los niños, por no decir todos, necesitan enfocar su atención hacia algo. Ese algo lo hacen suyo (lo que para nosotros sería un hobbie) y se dedican a ello en cuerpo y alma, porque así necesitan hacerlo.

Estamos seguros de que todos conocemos casos de niños que ven una misma película día tras día (por ejemplo, Frozen, que es un fenómeno de este tipo), niños que no se quitan el traje de futbolista o superhéroe ni para bañarse, niños que se conocen los nombres y características de todos y cada uno de los dinosaurios, o de las marcas y modelos de todos los vehículos del mercado,… y así con una infinidad de temas.

Pues a nosotros nos han tocado con los gigantes. Afortunadamente.

Gigantes de Alfaro

¿Potenciamos su afición?

Por supuesto.

Los niños que empiezan a enfocar su atención hacia algo, lo hacen a edades tempranas en las que carecen de medios propios para desarrollarlas. Si no se les ayuda, siempre dentro de unos límites, entendemos que puede terminar siendo algo frustrante para ellos. De ahí que los niños acaben con una colección de dinosaurios de juguete, tengan todas las equipaciones deportivas de un equipo año tras año, copias de películas rayadas….o gran cantidad de réplicas de goma de gigantes y cabezudos.

Por eso, sea cual sea su foco de atención, los padres deberían involucrarse. Pero, atención, involucrarse implica participar. El hecho de comprar y comprar el merchandising que a todos los niños les entra por los ojos no implica que sea suficiente. Al hilo de un post anterior (Tiempo a pasar con un hijo, ¿cantidad o calidad?) , el entorno, principalmente los padres, tienen que estar ahí con ellos, interactuando.

Sino, terminará siendo algo vacío.

Volviendo a los gigantes, nosotros empezamos fabricándole gigantes con rollos de papel y botellas de agua (verás el resultado en post futuros), buscando vídeos de las comparsas, aprendiendo los nombres de las figuras, saliendo de excursión a las fiestas de los pueblos del entorno para verlos in situ, escribiendo y dibujando cuentos (de ahí salió ¿Dónde está mi corona? y este bonito proyecto de Soñando en Gigante), comprando réplicas de goma y, sobre todo, tirándonos con ellos al suelo a jugar e inventar historias.

Algunas veces tenemos la sensación de que para muchos, por el hecho de no estar tan extendidos, el que a un niño le gusten los gigantes es una obsesión, mientras que no lo es que le guste Mickey Mouse o la Patrulla Canina, aunque coleccione todo lo que salga de estos personajes foráneos.

¿Será porque a estos últimos nos los han metido comercialmente hasta en la sopa? Por supuesto que esa es la razón. Aunque en realidad poco nos importa.

Por otro lado, el hecho de que centren su atención en un tema no implica que dejen de hacer otras cosas que también les pueden gustar: chutar la pelota, montar en bici, jugar con coches y animales, hacer marionetas, pintar, bailar canciones infantiles, jugar al escondite o a pillar, saltar en camas elásticas y montarse en los cacharritos de la feria, salir de excursión, ver dibujos animados, etc.

Y sin duda, creemos que centrar la atención en algo les sirve para reforzar su autoestima ante terceras personas, al ser ellos los “expertos e importantes” en dicha materia (no hay más que ver con qué emoción responden cuando les preguntan por lo que les gusta), o para empatizar y socializarse con niños que desarrollan esa misma afición (si a un niño le cuesta poco hacer amigos, con uno que hace lo mismo que él/ella aún menos).

Por ello, a edades tempranas, es muy importante que los padres presten mucha atención a sus hijos para detectar qué les puede motivar. A partir de ahí, probar a desarrollar dicha motivación y, si realmente les gusta, potenciarla.

Más adelante daremos una lista de las razones de por qué nos encanta que nuestros hijos se hayan decantado por los gigantes, aunque os adelantamos que una de ellas es que también lo disfrutamos los padres.

¡No os lo perdáis!